REPRODUCCIÓN O RESIGNIFICACIÓN




CRÓNICA DE UN APRENDIZAJE

Era un día caluroso de primavera en mi adolescencia, mayo para ser preciso, el profesor de química nos había impartido la primer lección de la tabla periódica, nos había pedido de antemano llevarla en físico para poderla conocer y revisarla; yo, junto con mi mejor amiga, leímos algunos nombres de los elementos que contenía, oro, cobre, plata, oxígeno y otros más, así como varios numeritos escritos en cada casilla, que para nada significaba algo para nosotras.
Por supuesto era algo que nada tenía que ver con nuestra vida cotidiana, era totalmente extraño, es más nos causó hasta risa el poder leer algunos de esos nombres – ¡Se…Sears… Sear…Seaborgio! – ¡ja ja ja! - ambas soltamos la carcajada, ¡era increíble!, a quién se le había ocurrido inventar esos nombres tan raros, además de ¿dónde los sacaron?, en fin, el profe la había pedido y había que obedecerlo, a no ser que me quisiera someter a la regañiza pública en el grupo y soportar las burlas de los compañeros, que en el Instituto era permitida para que aprendiéramos, según opinaba mi madre – solamente así se aprende, en mis tiempos así fue y así seguirá siendo – me decía.
El profesor nos dejó de tarea aprendernos la dichosa “Tabla Periódica”, es decir, todos los símbolos, así como los nombres que representaban, en el orden en que iban - ¡queeeeé! – pensé en mi cabeza cuando escuché tal aberración – tienen una semana para aprendérsela, haremos unos ejercicios como los del día de hoy – nos dijo, - ¡vaya! – sentí como si una cubetada de agua fría me cayera encima, comencé a sentir como sudor en frío y hasta me puse pálida -¡cálmate! – me dijo Sonia, ella era mi mejor amiga, me propuso fuéramos a la biblioteca que se encontraba a dos calles del edificio en el que vivíamos las dos y estudiáramos la tabla para aprendérnosla – entre las dos será más fácil – me dijo. Qué bueno que contaba con Sonia, tal vez por eso siempre me sentía protegida por ella, cuando había alguna tarea que se me dificultaba siempre se le ocurrían ideas fantásticas para realizarla, de hecho con ella se hacía más sencillo aprender, la interacción con Sonia siempre tenía un efecto en la forma de aprender, lo que no ocurría cuando lo hacía en la soledad de mi cuarto, adecuando las condiciones del aprendizaje a mis necesidades; la experiencia “cara a cara” me ha dejado en todos mis aprendizajes una significación por la cual no los olvido.
Llegado el día en que el profesor nos practicaría los ejercicios, tan solo tuve tres errores de los diez que nos puso, eso era ¡excelente!, ya que la mayoría de mis compañeros habían resuelto tan solo cuatro aciertos. Sonia, quién era la mejor estudiante que yo había conocido, tuvo tan solo dos errores, se aprendió de memoria la Tabla Periódica así como los pasos de los ejercicios, los estudio paso a paso de los ejemplos que teníamos en nuestro cuaderno de notas, cuando se trataba de reproducir ejercicios, Sonia era la mejor, era una típica alumna de - “EXCELENCIA” – así le decían en la escuela.
Continuamos practicando en tareas y en la clase los dichosos ejercicios, que por cierto eran muy aburridos, pero tratándose de los estudios yo tenía que ser la mejor, no importaba el esfuerzo, inclusive si me tenía que desvelar, ya que solo servía para eso; al menor eso me repetía mi papá muy seguido, las chicas de mi edad debían de ser como lo habían sido en su familia y la de mi mamá; continuar con la vida cotidiana que generación tras generación se ha practicado, es una rutina que tenía que aprenderme, no podía ser de otra manera.
Cuando el profesor nos realizó una evaluación sobre la Tabla Periódica no tuve ningún problema en resolverla correctamente, como ya me había habituado día tras día a resolverlos y al escuchar continuamente los nombres y demás palabrotas de la Tabla, pude sin esfuerzo alguno obtener una buena calificación, de la que mis padres se sintieron orgullosos.
El lenguaje que se utilizó en la clase de química se hizo habitual, por lo que no se me dificultaba entender lo que expresaba el profesor, esto mismo lo practiqué en varias ocasiones durante mi vida escolar para poder aprenderme los contenidos que mis profesores me enseñaban en la escuela.




REFERENCIAS

Berger, P y Luckman, T. (1999). La construcción social de la realidad. Los fundamentos del conocimiento en la vida cotidiana. Extraído de Alfred Schutz “Estudios sobre teoría social”. Amorrou Editores, Buenos Aires.

Ramírez Lago, Rafael. (2018). La habituación: un proceso clave en el aprendizaje pre-asociativo. Psicología y Mente. Universidad Autónoma de Madrid. http://psicologíaymente.com/psicologia/habituación-aprendizaje-pre-asociativo

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